Jorge Luis Oviedo
Oigo un ruido que suena, que suena, que suena;
Parece el grave y profundo rugir de la tierra,
Más intenso que cien mil cañones de guerra
Y más extenso que todo un desierto de arena.
No es un volcán que a los cielos expulsa ceniza
Ni una inmensa manada de leones hambrientos
Ni un huracán tropical de estruendosos vientos,
Que arrastra, en su alada furia, los techos a prisa.
Es un pueblo que ha sacudido todas sus penas,
Es un pueblo que estuvo quinientos años dormido,
Es un pueblo que hoy, por fin, rompió sus cadenas;
Es el pueblo de Honduras que hoy está decidido
A que no le construyan más palacios de arena.
Ese es el ruido que suena, que suena, que suena…
RESISTE, HONDURAS, RESISTE.
Jorge Luis Oviedo
Resiste, resiste, Honduras, resiste;
No detengas tu paso un instante
Y mantente en la lucha constante.
Por llanuras y por montes, persiste,
Que tu hora de ser libre ha llegado;
De derribar las más altas murallas;
Y no habrá ningún rugir de metrallas
De ese dictador demente y malvado,
Que pueda otra vez cercar el camino,
Por donde tus hijos la senda han forjado;
Para que se levanten más altos tus pinos
Y se hunda más profundo tu arado;
Para que cumplas, por fin, tu destino,
Como Morazán lo había soñado.
AL PUEBLO HONDUREÑO EN RESISTENCIA
Lo pueden herir con lanzas y espadas
Y dispararle con arteros fusiles,
Y luego meterle golpes por miles
Y lanzarle, por montones, granadas;
Y de una cruz clavarlo en la altura
Para tratar de destruir su conciencia
Para dejarlo, sin Dios y sin ciencia;
Cual si fuese una salvaje criatura
Para que agache humillado su frente.
Ignoran que en todo lugar de la tierra,
La historia sabe tenerlo presente,
Y es que siempre ha ganado la guerra
Aquel que asume su lucha consciente,
El pueblo que es, de verdad, resistente.
HA VUELTO LA BARBARIE
Jorge Luis Oviedo
Vieja, Calva, Terca,
Testaruda,
Muy testadura;
Sin memoria, Sin conciencia,
Despiadada;
Terriblemente despiadada;
De largas uñas,
De afilados colmillos
Y sedienta de sangre,
Ha vuelto la barbarie.
Apertrechada como un tanque,
Recubierta de hojalata,
Con escudos,
Con metrallas,
Con garrotes,
Con estruendo,
Entre bombas lacrimógenas,
Mostrando garras y colmillos
Ha vuelto la barbarie.
Y como en los viejos tiempos
(Aquellos tiempos
Que parecían olvidados
En los rincones de los libros
En cenizas páginas,
En trastiendas recónditas)
Ha vuelto;
Se la puede ver durante el día,
De blanco almidonado
O de nítidos trajes azules
O de negro total;
Y encapuchada
Embiste como un toro de lidia,
Arremetiendo con instinto asesino,
Contra toda humana razón,
Contra todo cuerpo indefenso.
Y se la ve en el culto
Con las manos elevadas,
Clamando al cielo
O se la ve de rodillas
Frente al Cristo crucificado
Con traje clerical y de bonete rojo;
Antes de apretar el gatillo del fusil
Y destrozar una cabeza más.
La Barbarie ha vuelto
Y se apellida hoy:
Michelleti, Canahuati,
Vásquez o Ferrari,
Como se apellidaba ayer:
Rosas, Ubico, Trujillo,
Carías o Somoza.
LAS GLORIOSAS
Jorge Luis Oviedo
Oh gloriosas Fuerzas Armadas,
Las más temibles,
Las más amadas.
Oh glorioso ejército de Honduras
Que tantas victorias tienes,
Contra indefensas creaturas.
Oh gloriosas Fuerzas Armadas
Que derrocando presidentes
Y reprimiendo a la más humilde gente
Son -del mundo- las más afamadas.
Siempre han ganado la guerra,
Cuando se trata de derrocar
A un Presidente popular.
Cuando se trata de echar por tierra
Los sueños de un pueblo entero
Siempre madrugan primero
Para los sueños truncar.
Muy buenos con la bayoneta,
Magníficos con el fusil;
En junio como en abril
Y al son de la trompeta,
Hacen rodar las tanquetas
Sobre cualquier manifestante;
Y con sus eme dieciséis
Matan en un instante
Cuantas cabezas encuentren;
Por eso es que son valientes.
Aquellos que los adoran tanto,
Sin que les asome espanto,
Les derraman bendiciones
De sus dorados corazones;
Y con la vista elevada al cielo,
Mientras de rojo se tiñe el suelo,
Los pastores y los cardenales,
Al pueblo le predicen males;
Y lo llaman haragán
Y turba mal educada.
El mundo no ha conocido
Ejército más victorioso
Cuando de reprimir se trata
A un pueblo desprotegido
Desde mil novecientos cincuenta y seis
En dos cosas han triunfado:
Traicionar al pueblo de Honduras
Y en dar golpes de Estado.
EN HONDURAS, HOY, LA VIDA ES DISTINTA
Jorge Luis Oviedo
Hoy la vida es distinta en Honduras
Son más cortas las noches
Pero mucho más largos los días
Cada amanecer es distinto
Como cuando Dios hizo cielos y tierra
Cada mañana
Aprecias de nuevo
El sol
La lluvia
Los colores del día
La voz de tus hijos
El cariño de tu esposa
La mano en la espalda
El beso o el abrazo de la despedida
Porque estás consciente
Muy consciente
Que puede ser el último
Beso o abrazo que des en tu vida
Porque acecha la muerte
De verde olivo
O de verde moteado
O de un oscuro azul uniformado
Con botas y cascos pesados
Con garrote o metralla
Acecha la muerte
Lo mismo frente a tu casa
Que en algún negocio inocente
O en las esquinas que eran tranquilas
No importa
Por todos los sitios
Y a todas las horas
Desde el aire se oye
El estruendo de la muerte
Revoloteando
Desde algún Pegaso moderno
De cascos y alas de acero
Con poderosa garganta de fuego
O desde cualquier calle
De tu pueblo o ciudad
Acecha la muerte
De día o de noche
Y te hace vivir
Cada día
Como si fuera el último
Cada hora
Como si fuera la última
Cada minuto y cada segundo
Con la verdadera intensidad
Con que debe vivirse la vida
En tiempos de guerra o
En tiempos de paz
Para que una vida
La tuya o la mía
La de tu hermano
Valga
De veras
La pena
¿CUÁNTAS HONDURAS SON?
Jorge Luis Oviedo
Que nadie se engañe ya,
La Honduras que estaba dormida
Se ha despertado y va,
Con furiosa estampida,
A romper las cadenas
Que le amargan la vida;
Y a terminar con las penas
En que la mantienen sumida.
La Honduras del pueblo entero,
La Honduras del labrador
Es la Honduras que yo quiero,
Porque será la mejor.
Por eso si me pregunta usté:
Que cuál Honduras prefiero,
Le respondo ligero;
Que la Honduras de a pie.
La Honduras del ciudadano
Que no se cura en Florida,
La que saluda con la mano
A aquel que la convida.
No la de unos señores,
Que todo se lo han repartido;
Y, al pueblo, los dolores,
En las entrañas metido.
Esa Honduras de cabrones,
De unos cuantos cuatreros;
Y sus otros mandaderos;
Esa Honduras de ladrones,
De vendedores de miedo,
La muerte llegándole está.
A la que daban atol con el dedo
Hoy ha vuelto alegre a la vida,
Ayer estaba dormida;
Hoy levantándose está.
Esa Honduras que ha despertado,
Que por allí rugiendo viene,
Es como un río desbordado
Y ya nadie lo detiene.
Ya muy bien lo dice un refrán:
No hay mal que cien años dure
Ni pueblo que lo resista;
Y como más de noventa van,
Muy claro salta a la vista,
Que aquí se aplica el refrán.
Por eso a la pregunta insistente
Que ¿cuántas Honduras son?
Ya lo diga con la mente,
Ya responda con el corazón,
Sabrán que Honduras hay dos:
La que se quedó dormida
Y la Honduras que despertó.