El dinero, una voluntad política al servicio de los oligarcas

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La política es la actividad humana que más repercute en todo lo que hacemos fuera del ámbito personal y familiar.

Excepto si se vive al margen de los medianos o enormes conglomerados sedentarios.

En las tribus no contactadas, conformadas por decenas o centenares de personas, está claro que no tiene tanta relevancia; aunque siempre se toman decisiones grupales o colectivas; pero allí, el papel del grupo se asume como algo totalmente necesario.

Es muy probable que los favores que se hacían entre vecinos cercanos en los asentamientos  permanentes (surgidos con la Revolución Agrícola) derivaran en la invención de los primeros mecanismos de trueque simplificado: moneda o dinero.

            En ellas el dinero aparece totalmente controlado por la casta dominante; es el poder de los dioses terrenales (amparado en las divinidades) manifestándose entre los dominados.

Endeudar y luego perdonar las deudas debió ser una fórmula muy apropiada para lograr control social.

Con este mecanismo se arraigó la idea de una élite protectora y la de un conglomerado protegido por esas sabias decisiones en la dinámica productivo-administrativa; complementada, la protección, por el Ejército, para contrarrestar las amenazas externas; y, en algunos casos, para la necesaria expansión imperial de la élite y su gloria.

Esto se consolida y arraiga, en la tradición, con aquellas disposiciones religiosas  en las que se condena la usura. Debió ser en el momento en que algunos mercaderes comenzaron a ser una amenaza para el poder de las élites con sus abusos en el manejo de las deudas.

Endeudar y luego perdonar, esas deudas impagables, fortalecía el poder de la élite gobernante y bajaba el estrés y la inconformidad de los campesinos y los artesanos favorecidos con el perdón. Y el ciclo volvía a comenzar. El poder quedaba intacto. Los reyes ganaban admiración y respeto; y la población trabajadora volvía a ser obediente.

Con el surgimiento de las repúblicas modernas,  los que gobiernan de forma permanente  dejaron de ser visibles para la mayoría. El Gobierno  visible es el que se elige; pero jamás cumplirá sus ofrecimientos de campaña por los que resultó escogido. No tiene forma de obedecer el mandato de los millones de electores, porque debe cumplir las demandas de los oligarcas que financiaron la campaña y que controlan todas las industrias. Una cosa cambió en el manejo del dinero; sigue siendo una voluntad política; pero  al servicio del Gobierno Permanente y no de los gobernantes de turno. El Estado

es una enorme máscara tras la cual se ocultan los que deciden todo lo relevante para el colectivo.

¿Cómo se manifiesta esto en la vida cotidiana?

La teoría moderna del dinero dice que el Estado puede emitir moneda. La moneda que sea necesaria para “dinamizar la economía” ( más exactamente, la producción, el comercio, generación de empleo); pero encadenado o supeditado a la voluntad de los oligarcas; porque, precisamente, los banqueros tienen licencia (una liberalidad otorgada por el Estado, sin consulta previa, conste) de endeudar a los particulares, a las comunas y al propio  Estado. De allí la lógica de cobrar impuestos fiscales para afianzar el control de la mayoría.

Una cosa es, científicamente, demostrable: al nacer heredamos la mitad de los genes de nuestra madre y la otra mitad de nuestro padre.  No nacemos endeudados por naturaleza: ni con el cosmos, ni con los bosques ni con los ríos ni con los volcanes; somos parte de ellos, somos polvo estelar como todo lo que conforma el universo.

            Por ello es ilógico que vivamos endeudados; es estúpido que la élite financiera tenga el control de un mecanismo que es un símbolo ( como las palabras con las que compartimos nuestras ideas) que sirve para facilitar el intercambio de servicios y bienes entre las personas; por lo tanto, EL DINERO, no debe ser más un medio esclavizador de la mayoría. Hoy en día, las deudas esclavizan, prácticamente al 90% de la población mundial.

            La población debe asumir el control de sus comunidades y el control de la emisión del dinero para que no se genere con él: ni extrema desigualdad ni esclavitud.

            Para ello solo hay un imprescindible: todos debemos TRABAJAR.

 Además, es necesario otorgar el mismo valor a los objetos y a las actividades existenciales (crianza, estudio…); y dejar de lado esa perversa distinción entre valor de uso y valor de cambio.

El Orden Poscapitalista debe ser consensuado; pero no con los que tiene el control del Sistema Financiero.

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