Edmundo Orellana
Catedrático universitario
Todo indica que, dentro de poco, serán un recuerdo en la memoria del hondureño. Salieron de caza y están a punto de ser cazados, por las presas que persiguen.
No buscaron depredadores aislados. Se fueron tras la manada y se aseguraron de cubrir todos los flancos para evitar fugas, pero su astuto líder, intuyó la estrategia y activó a tiempo las alarmas para que operaran las defensas propias del sistema de impunidad.
Para que no se acercaran a los depredadores mayores, se recurrió a todo. Desde entregar a quien sea, especialmente a las presas más débiles, hasta legislar (reduciendo penas para la corrupción, impidiendo que las investigaciones avancen hacia el centro de la red y, por si acaso, limitando la reparación del daño al valor de este), pasando por el desprestigio de los cazadores, denostándolos, acusándolos y urdiendo conspiraciones nacionales e internacionales en su contra, que provocó sensibles bajas dentro del núcleo duro de la Maccih.
Seguramente ha habido y habrá maquinaciones de todo tipo contra Ufecic, el cazador más vulnerable, por su condición jerárquica subalterna, pero el más difícil de emboscar, por su tenacidad, audacia y compromiso con la causa.
Cuando se creía que la presa había escapado, el binomio Maccih-Ufecic dieron un golpe maestro, sorteando los obstáculos que colocaron en el coto de caza los depredadores, para entorpecer su búsqueda.Se fueron sobre los supuestamente responsables de la famosa fe de erratas, por la que blindaron a los diputados corruptos, modificando la ley para frenar a los cazadores.
Sin poder ofrecer una víctima propiciatoria, puesto que, siendo obra de la manada, de ser cazado uno, caerían todos, decidieron entonces, acudir al que ha sido siempre su último recurso, a la Sala de lo Constitucional, cuyas decisiones han sido definitorias para el sostenimiento del régimen, convirtiéndola en esta ocasión, en una trampa mortal para el cazador.
Y la Sala respondió solícita, contrariando una reciente decisión por la que rechazó sendas acciones presentadas por CNAy ASJ contra la famosa reforma a la Ley Orgánica de Presupuesto, recientemente aprobada, cuyas condiciones son iguales a la acción que admitió contra la ley que aprobó el convenio de la Maccih. Para rechazarlas, la Sala sostuvo que, por no afectarles directamente la reforma a los demandantes, carecían estos del requisito fundamental, exigido por la Constitución para su respectiva admisión; el interés directo, personal y legítimo. En otras palabras, si una persona particular, natural o jurídica, no acredita que la ley, cuya inconstitucionalidad pretenda, le afecta directa y personalmente, porque atenta contra un interés suyo tutelado por la ley, carece de legitimación para presentar la acción de inconstitucionalidad.
La acción de inconstitucionalidad contra el convenio de la Maccih no debería prosperar, igualmente, porque se celebró para asistir técnicamente al MP y al Poder Judicial en la lucha contra la corrupción, sin sustituirlos en sus funciones ni ejercer autoridad alguna. De ahí, que nadie está en posición de acreditar que la Maccih, y lo que esta hace, le afecte, directa y personalmente sus intereses tutelados por la ley. Por consiguiente, no procedía la admisión.
Lo anterior, sumado a recientes decisiones judiciales en sonados casos, es una clara señal de problemas internos en el partido gobernante, por el calculado sacrificio de miembros de la manada para evitar que las piezas mayores sean cazadas. Se han visto obligados entonces, a cambiar de estrategia. En lugar de escapar del cazador, lo eliminarán.
Ese cambio de estrategia, sin embargo, provocará consecuencias, cuya gravedad ya calculó seguramente el gobierno. Serán de orden nacional e internacional. La desaparición de la Maccih y, tarde o temprano, la disolución de la Ufecic, con la consiguiente pérdida en la sociedad hondureña, de la esperanza en la lucha contra la corrupción, se cuentan entre las nacionales. Entre las internacionales, se destacará la percepción de que el sistema de impunidad hondureño es imbatible, porque la justicia formal le ha declarado la guerra a la lucha contra la corrupción, tornándola ilícita.
La cooperación internacional cuyos fondos han sostenido la lucha de Maccih y Ufecic contra la corrupción, seguro, guardará silencio en actitud respetuosa a las decisiones soberanas, y recuperará sus recursos, destinándolos a otros países.
Y Honduras seguirá rebotando en su caída por el despeñadero hacia lo más profundo.