La vida y sus reflejos antre ellos el trabajo, la producción y la contribución refleja

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La vida refleja la materia. La vida es  movimiento y  consciencia; materia capaz de contemplarse y valorarse; capaz  de soñar e imaginar; de recrearse, copiarse, duplicarse sin descanso; pero con una ligera diferencia cada copia.

La vida es la materia inerte, inmóvil, inorgánica –en la intimidad del átomo– y, a la vez, es la materia siendo; del mismo modo que los seres somos cada instante: una acumulación del pasado en cada memoria individual o una cultura en la memoria colectiva de cada pueblo.

No se puede existir sin la materialidad; no se puede existir sin la colectividad. La individualidad, la libertad no tienen sentido ni trascendencia fuera de la colectividad.

¿Qué sentido tiene que yo sea yo, si nadie sabe o valora mi existir?

¿Qué sentido tiene mi libertad sin la existencia de los otros, mis iguales?

¿Qué sentido tiene la materia sin la vida?

La vida está repleta de reflejos; en especial la de los Homo sapiens.

Reflejo de lo que existe a nuestro alrededor es el pensamiento sensorial.

 El mundo, en primera instancia, lo percibimos a través de los sentidos.

Jorge Luis Oviedo

Reflejo de nuestro pensamiento es el lenguaje en su diversas formas; las palabras reflejan las imágenes conceptuales, las nociones básicas del bosque, los árboles que lo conforman, las partes de cada árbol: tronco, ramas, raíces, hojas, flores, frutos.

El lenguaje también es el medio que  permite la comunicación con familiares, amigos, vecinos en cada comunidad, refleja la cultura en su conjunto.

Nuestros pensamientos, estados de ánimo, experiencias, deseos… se reflejan también en la poesía, la danza, el canto, la música, la pintura, las artes, en general.

Nuestra imaginación se materializa en millones de objetos: herramientas, utensilios, coreografías, composiciones musicales, reflexiones filosóficas; que son, en realidad, sus reflejos.

El arte es el reflejo más sublime de la vida, de la materia… las ondas musicales emergen de los instrumentos  a través de la mano de la violinista o del pianista como un reflejo de la intensidad de la existencia humana, de su alma, de su espíritu, del reactor nuclear de los sentimientos, tal como lo hace la luz o las ondas gravitacionales que viajan por todo el universo y se junta con esa propuesta armónica del sonido que refleja el alma humana, a través de muy diversos instrumentos o con el canto.

El trabajo, actividad imprescindible para la existencia, para que cada uno permanezca, de acuerdo con sus características genéticas, el mayor tiempo posible, se refleja en los bienes materiales y existenciales que, entre todos, producimos.

Pero una distorsión de algo natural: el trueque, se produjo con el uso del dinero, en la medida que fue acaparado, su uso, por las élites depredadoras

Aristóteles lo advirtió en su época: «el interés sobre el dinero no es natural.»

Tampoco es natural la industria financiera con sus mil y un artilugios de continuada estafa. No es natural la banca de reserva fraccionaria, originada de un comportamiento anómalo de algunos adultos humanos: la usura.

El dinero es un producto más de nuestra imaginación; surgió para facilitar el intercambio de bienes y favores; para hacer trueque; pero no para despojar a los campesinos ni a los cazadores recolectores de la tierra, los ríos, los bosques, las montañas, los mares. Ni al resto de las personas desheredadas de su fuerza de trabajo, su imaginación, sus diseños, sus cálculos, sus inventos y descubrimientos.

¿POR QUÉ  EL DINERO  DEJÓ DE SER EL MEDIO ÚTIL PARA FORTALECER LA PRODUCCIÓN EXISTENCIAL Y MATERIAL DE COLECTIVIDADES?

No por fue por natural conveniencia, sino por antojo de algunas élites codiciosas, por su deseo de mantener el control, su dictatorial imperio a toda costa.

         De esos malos cálculos deriva una cultura antinatural que provocó que las élites empujaran a sus pueblos a ser enemigos entre sí.

El pillaje, la conquista, la esclavitud, la servidumbre, los impuestos son, entre otras prácticas existenciales que afianzaron patrones culturales de desiqulibrio social y económico; son un reflejo de la codicia, la avaricia y la usura que aflora como adicción compulsiva en aquellos que pierden el equlibrio con los suyos y la naturaleza; de parecido modo a las células cancerígenas en algún órgano de nuestro cuerpo.

«Las sociedades humanas actuales, tan complejas y diversas, necesitan un mínimo de equilibrio entre el necesario altruismo y el natural egoísmo de sus componentes para sostenerse. La ruptura de este equilibrio puede provocar satisfacciones personales en algunos individuos, pero representa un grave contratiempo para la búsqueda de la felicidad colectiva. Las sociedades celulares son mucho más estrictas en lo que respecta a sus fundamentos y en su seno no se admite el individualismo. En ese pequeño universo celular no se cuestiona el concepto «Better together» (Mejor juntos) de Jack Johnson, cuya melodía nos acompaña siempre en nuestro interior como música de fondo, como si fuese una sinfonía vital imprescindible. Todos nuestros billones de células deben supeditarse al bien común, porque nos va la vida en ello. » (Carlos López Otín, La Vida en Cuatro Letras, Cap. Las Imperfecciones de la Vida)

Por ello resulta ilógico que en el capitalismo se elogie la codicia, mientras se imponen esclavitud, servidumbre e impuestos; y se expande la propiedad privada sobre enormes extensiones de bienes naturales que ya existían antes que apareciera el Homo sapiens.

         Con la Contribución Refleja podemos corregir, en buena parte, esa desviación, ese desequilibrio.

         La Contribución Refleja es, en efecto, el reflejo de lo que se produce con el esfuerzo de toda una colectividad; y esto incluye los bienes y servicios sujetos a lo que se conoce como valor de cambio; más todos aquellos otros productos y actividades que son parte esencial de la existencia humana; y  que se suelen identificar por valor de uso. Por cierto, son los valores productivos más antiguos (y muchos de ellos insustituibles) de nuestra especie.

         Finalmente, reforcemos que, así como la vida es reflejo de la materia, el arte es el mejor reflejo de la vida.

He, aquí, uno de eso múltiples reflejos que de la vida ha dejado el arte, en este caso, en versos de Francisco Gómez de Quevedo:

         Vivir es caminar breve jornada,

y muerte viva es, Lico, nuestra vida,

ayer al frágil cuerpo amanecida,

cada instante en el cuerpo sepultada.

Nada que, siendo, es poco, y será nada

en poco tiempo, que ambiciosa olvida;

pues, de la vanidad mal persuadida,

anhela duración, tierra animada.

Llevada de engañoso pensamiento

y de esperanza burladora y ciega,

tropezará en el mismo monumento.

Como el que, divertido, el mar navega,

y, sin moverse, vuela con el viento,

y antes que piense en acercarse, llega.

         Muchas veces, ciertamente, la vanidad, la arrogancia y otros comportamientos, excesivamente, individualistas se arraigan, sobre todo en los que por herencia o por fortuna, asumen la responsabilidad de decidir por muchos; pero se dedican a sacar ventaja para provecho propio.

Por ello, no es casual que en  las mitologías antiguas (el capitalismo es una mitología moderna) los relatos de la creación comparten una lógica similar favorable, siempre, a la colectividad. En esos mitos, el mundo natural, con todos sus recursos y demás especies, preceden al ser humano. Esta lógica proviene del deseo de los progenitores de otorgar a sus descendientes todas las condiciones que favorezcan su estancia en el mundo.

¿Por qué de pronto esta lógica pasó a ser sustituida por una en la que los adultos no solo abandonan a las nuevas generaciones a su suerte, sino que las explotan despiadadamente, tal como lo hacen  los capitalistas? ¿Se perdió el rumbo por inocencia o perversidad?

Baste recordar que

Porque en el principio no había tradiciones, solamente la lucha por la supervivencia.

No hablo del principio o génesis en que los relatos de la creación, de distintas religiones, coinciden; coinciden en la lógica de un proceso ascendente, en la cual, sin duda, el ser humano, es la criatura consentida de los dioses, el disimulado (cínico tal vez) narciso que se proclama el rey de las demás especies.

Lógico resulta que el dios o los dioses imaginados, creen primero, –como cualquier padre previsor con un nivel de recursos que prepara el cuarto del primogénito, sobre todo, con lo necesario– la tierra, el agua, el fuego, las plantas, los animales y cuanto detalle mineral, vegetal satisfaga su curiosidad y sus necesidades. Cuarto grande, confortable, con una variada y abundante despensa (el planeta entero, la casa grande, la nave en órbita), exactamente lo que unos buenos padres desean para sus hijos. Los reyes y dictadores, desafortunadamente no son tan pródigos como la imaginación.

De modo que en el principio fue la asociación humana más igualitaria.

En el principio los seres humanos, lo sabemos muy bien, debían asociarse en todo momento para sacar provecho de su mejor arma, que no eran uñas o garras; olfato ni vista prodigiosa; dientes afilados ni mandíbula poderosa, sino su cerebro mejor equipado para defender o atacar con algo más que instinto.

De modo que en el principio (como lo siguen haciendo millones de especies todos los días con sus noches incluidas, pero con actores diferentes, aunque con escenas y escenarios repetidos cientos o miles de veces) los seres humanos no eran los amos de nada; sino desesperadas criaturas sobreviviendo; sobreviviendo asociadamente; porque era esa su principal estrategia para permanecer el mayor tiempo posible y para aumentar el número del grupo y, eventualmente, volverse más efectivos en el arte de la supervivencia.

En el principio no había banca de reserva fraccionaria ni sociedades anónimas ni bolsas de valores para devaluar el trabajo y los productos de millones personas trabajadoras….

¿QUÉ HACER, ENTONCES, PARA QUE LAS SOCIEDADES ACTUALES NO CONTINÚEN INCREMENTANDO LA BRECHA DE LA DESIGUALDAD?

El camino es adoptar LA CONTRIBUCIÓN REFLEJA O  DE ESPEJO

La Contribución Refleja (CR) o de espejo es el resultado de duplicar  (vía reflejo) la totalidad de la actividad productiva y de intercambio, distribución o comercio  de una SOCIEDAD o país. Con el agregado de algunas actividades fundamentales que son mero valor de uso: maternidad, estudio, etc. Todo  lo anterior es el reflejo del trabajo de la totalidad de los integrantes de una colectividad, pueblo o nación.

La CR, entonces, se  obtiene al DUPLICAR  la suma de todos los salarios e ingresos personales (profesionales) de carácter independiente; más la utilidad de las empresas,  los  comercios; más la producción existencial ( la maternidad: gestación y crianza de los niños hasta los 4 años de edad), el estudio de niños y adolescentes hasta su culminación en el nivel medio y la educación superior para todos los que egresen con índice académico de 90% o más en el nivel medio. Igualmente la práctica de deportes, la creación artística, la investigación científica, tecnológica y sus consecuentes inventos resultantes, la difusión sistemática del conocimiento, entre otras, a las que no se les otorga valor de cambio y que contribuyen a conformar un conjunto de actividades existenciales, prácticamente, exclusivas de nuestra especie.

         Así la CR, no solo sustituye  los impuestos, sino que fortalece el poder adquisitivo público, porque la colectividad podrá disponer de suficiente poder adquisitivo para que todos tengan empleo (no renta básica universal, necesaria solamente en época de pandemia o desastres naturales) y nadie vive en pobreza ni se trunquen sus posibilidades de acceso a la educación y demás servicios públicos.

         Claro, esto solo será posible con la Organización Soberana de las Mayorías.

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