¿QUIÉN DEBE SER PATRÓN O DAR RESPALDO AL DINERO?

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Jorge Luis Oviedo

INTRODUCCIÓN

Es importante tener en cuenta que en la actualidad el dinero no posee ningún respaldo, carece de patrón oro o plata. De manera que refleja deudas. No refleja la producción tangible de una sociedad. Se argumenta que todo está basado en la confianza; pero como se dice en el escrito, es más bien en la ignorancia de la mayoría. Por ello no existe justificación para que una Sociedad no se organice de forma tal que todo mundo tenga empleo o una actividad que le permita vivir con dignidad él y su familia. El mundo actual no está hecho a LA VOLUNTAD DE DIOS. Ha sido organizado a la voluntad de los BANQUEROS con la complicidad de políticos y cúpulas militares y religiosas corruptas.

Aquí tiene otro aspecto a tomar muy en cuenta.

¿QUIÉN DEBE SER PATRÓN O DAR RESPALDO AL DINERO?

Es en el trabajo –y en cómo valoremos el tiempo invertido por cada uno de los integrantes de la sociedad  en las diversas actividades: adquisición de conocimiento, crianza de los hijos, producción alimentaria, fabricación de máquinas, invención, descubrimientos, servicios profesionales, etc.– donde reside el respaldo  del dinero: su patrón.

No es la confianza ciega de la obediencia –debida a la ignorancia– la que debe seguir dando respaldo a la emisión monetaria.

¿Por qué los ciudadanos de distintos niveles sociales y grupos profesionales, debemos, sin haberlo autorizado, cargar con deudas públicas absurdas o quedar sin acceso al empleo y obligados a competir con nuestros iguales (por “desigualados» ante la plutocracia) de forma irracional, solo porque así lo determinó una élite a espaldas de la mayoría, a través del artilugio de la representación resultante de procesos electorales?

 ¿Por qué deben ser los banqueros quienes decidan el poder adquisitivo de la Sociedad? 

No es la confianza de los ciudadanos, sino el abuso de confianza de una minoría lo que genera tanta desigualdad, pobreza, precariedad laboral, exclusión y falta de empleo digno para miles de millones de personas en el mundo.

¿Por qué el esfuerzo laboral de millones de personas en el mundo tiene que estar al arbitrio de las manos invisibles de las Sociedades Anónimas que comparten y controlan todos los tentáculos del poder?

Esa mano es la que impuso el Imperio de tradiciones de dominación: conquista, esclavitud, servidumbre, tributos, propiedad privada, herencia de bienes y dioses forjados a imagen del autoritarismo oligárquico.

Por ello los sumos sacerdotes justificaban, ayer, el origen divino de Reyes, Emperadores, Sultanes y otras  altas jerarquía del poder; por eso los modernos chamanes –la mayoría de economistas y propagandistas del sistema de libre mercado– justifican, hoy, el “poder representativo” a través del trillado argumento de que, la minoría escogida, tiene la capacidad de tomar, responsablemente, las decisiones por todos, junto a los notables y exitosos empresarios o sus voceros oficiales y oficiosos encargados de justificar el orden IMPUESTO.

No es, pues, “la mano invisible” del libre mercado” la que entra en crisis cíclicamente; es el agotamiento reiterado de los artilugios inventados por los ilusionistas de la élite que impone el orden internacional. Los artilugios se agotan cuando la precariedad laboral rebasa los límites de su aguante: cuando, como dijera Maquiavelo, le “quitan, al pueblo (que normalmente aguanta con todo), el pan de la boca”.

En ese momento la propaganda agota las ilusiones del imaginario colectivo y no queda más que recurrir a la represión de esas masas inconformes que salen a quejarse, a pedir clemencia; más que decididas a asumir de forma organizada, su destino colectivo; porque de lo contrario ya se hubiese cerrado el telón del circo de la sociedad de mercado.

La mayor parte, es decir, la casi totalidad del esfuerzo productivo y actividades de intercambio entre los distintos países no es deuda ni debe ser convertido en despojo a menos que, vivamos bajo una CONQUISTA PERMANENTE o que se IMPONGA EL IMPERIO DE LA TRADICIÓN, porque así conviene a la plutocracia de turno ensombrecida por la niebla de las mil y una ilusiones que hacen invisible la mano de los grandes capitalistas.

  En esta época que tanto se pronuncia la palabra democracia, como si de una frase mágica se tratara, no estamos obligados, los que conformamos el numeroso grupo de la mayoría –el 99 %; a acatar (por confianza o ignorancia) lo que nos IMPONGA una pequeña élite oligarca, solamente porque heredó el poder (o se sumó al festín depredador, porque lo lleva en su ADN) y tomó ventaja para encubrir la esencia de cómo es que, verdaderamente, se controla la sociedad.

No estamos obligados –porque las CONSTITUCIONES nos dan iguales derechos y deberes– a soportar ese orden Impuesto; primero por la conquista y colonización explícitas y, luego, por la manipulación convenida entre las elites hegemónicas con las periféricas, para mantenernos, a la mayoría, en condición de servidumbre jerarquizada. Por eso en casi todas las excolonias de Portugal, España, Reino Unido, Francia, Holanda, Bélgica los ejércitos son de ocupación, pero sin ser extranjeros. Y por eso, aunque se permita procesos electorales (no democracia) para cambiar Gobierno de turno, la dictadura capitalista es la que impone todo sin el más mínimo disimulo: saqueo de recursos naturales, exportación de productos agropecuarios al más bajo costo posible, imposición financiera y monetaria, etc.

  En las sociedades capitalistas, desde hace décadas, el mecanismo de creación y emisión del dinero se hace  imponiendo deuda a los Estados y a los particulares, sin que la mayoría se entere y lo entienda.

  El resultado final de este mecanismo es proporcionar a la élite del gobierno permanente una ventaja que le permita enriquecerse y, por esa vía, mantener el control de los asuntos esenciales para la vida en sociedad.

  Recordemos que, si bien, el origen del dinero, al servir como medio facilitador del trueque; también es, como dice, Varoufakis, “profundamente político…”  Y es que “…cuando el dinero coexiste con la producción  se convierte de manera automática en una herramienta política”( Economía Sin Corbata, p172)

  Así que el dinero debe dejar de ser un instrumento generador de deuda y consecuentemente, de exclusión, precariedad y pobreza.

  Desgraciadamente, desde  el siglo anterior, el dinero, es el resultado de la decisión de una minoría que, traicionando a sus representados, optó por endeudar a la mayoría para privilegiar el control, es decir, el PODER, la opción de decidir por todos. No tuvieron necesidad  de   proclamar su procedencia divina; bastó con que se abusara de la confianza de la gente desprevenida o ignorante en estos asuntos. Aristóteles decía que: “es naturalmente esclavo aquel que necesita que otro le demuestre cómo son las cosas para entenderlas”.

  Los banqueros han encontrado en la mayoría de economistas a los sumos sacerdotes de la antigüedad; ellos se encargan de nublarlo todo; en dar explicaciones que solamente justifican los atrocidades que sufre la mayoría.

  De este modo los representados, los ilusionados votantes, que aspiran, todos, a tener empleo digno, casa digna, acceso a “las cosas necesarias, convenientes y agradables de la vida”…(Smith), se quedan sin esa posibilidad por su exceso de confianza o ignorancia; porque ¿qué sentido tiene que una nación sea rica y sus individuos y familias, mayoritariamente, pobres?

  El dinero debe facilitar el intercambio de bienes y servicios reales de una sociedad; pero como resultado de una decisión SOBERANA en la que se ejerza la autodeterminación de la población, ya por consenso o por mayoría; pero no como ocurre en la actualidad: LA IMPOSICIÓN FRAUDULENTA y gris, de parte de la élite oligarca que impuso, vía ilusión, el despojo; cuyos eufemismos son la ganancia, la utilidad, el ahorro.

  En una Sociedad de cazadores-recolectores, como los 100 millones en que se calcula a los grupos étnicos no contactados en la actualidad; o en aquellas agrupaciones de nativos norteamericanos que vivían en derredor, muchos de ellos, de la enorme despensa ambulante que representaban los casi 60 millones de bisontes, no es necesario el dinero y es, igualmente, obligado colaborar con el grupo en forma directa: en la caza, en la pesca, en la construcción de las viviendas, la fabricación de herramientas de diverso tipo, la obtención de la leña, el cuido de los menores, en la narración de relatos, etc.

  Si embargo, en sociedades en las que las cosas se intercambian a través de dinero, los impuestos o tributos – como despojo–, deben ser abolidos, porque no benefician a la colectividad. Por el contrario, la debilitan y permiten, como es fácil demostrarlo, que una minoría (aprovechándose de información privilegiada) MANTENGA EL PODER TOTAL.

  Baste decir, por ahora, que las colectividades locales, regionales y mundial no deben ser la servidumbre de esa minoría financiera y corporativa que controla, estratégicamente, LA CULTURA, y que impone el IMPERIO DE UNAS TRADICIONES O PRÁCTICAS que les permiten dirigir la educación, las religión, los sistemas de salud, los medios de información, de almacenamiento y difusión de datos, la industria de medicamentos y vacunas; la industria de las armas, la industria del entretenimiento; los acuíferos, los mares… y  la creación del dinero desde la opacidad de las Sociedades Anónimas con sus más de mil artilugios de prestidigitación financiera, política y propagandística.

Por eso proponemos la RECAUDACIÓN REFLEJA, porque es la hora de equiparar derechos y deberes en IGUALDAD de accesos y condiciones.

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