Víctor Manuel Ramos
La Organización Mundial de la Salud, más conocida como OMS, es el organismo especializado de las Naciones Unidas para la salud en el orbe. Su obligación fundamental es velar por el cumplimiento de las normas que aseguren a la humanidad el disfrute de la salud y los mecanismos básicos y de la más adelantada tecnología para el combate de la enfermedad. Su tarea humanística está, fundamentalmente, en aquellos países azotados por el hambre y la miseria en donde, por motivos diversas que no voy a tratar aquí, la población no tiene acceso ni siquiera a los servicios básicos sanitarios ni a una alimentación mínima, razón por la cual sus habitantes están sobreviviendo con la desnutrición, el hambre y el acoso de las enfermedades llamadas prevenibles.
Desgraciadamente la ONU no ha satisfecho de manera adecuada las grandes aspiraciones que abrigó la humanidad cuando se fundó, al emerger el mundo de la terriblemente destructora y asesina II guerra mundial. Se da el caso de países que desatienden los mandatos del Consejo de Seguridad, tal es el caso de Israel; pero también hay otros en los que la misma ONU se hace la desentendida, tal es la situación en Libia, en Myanmar con los rohingas y la masacre de Arabia Saudí en Yemen; y no se puede dejar de señalar a los países que conforman el Consejo de Seguridad, sobre todo los que tienen derecho al veto, que acomodan las resoluciones del alto organismo mundial a sus mezquinos intereses, como es el caso de Siria, acosada por el terrorismo de los yihadistas respaldados por potencias occidentales.
En el caso de la OMS, el ámbito de su acción debe ser mundial, como su nombre lo indica, pero realmente no es así. Hay una fuerte población de varios millones que habita la isla de Taiwán que está fuera de la protección de la OMS. ¿Por qué tal conducta? ¿Por qué el mundo piensa que el taiwanés no tiene derecho a que la ONU vele por su salud? ¿Porqué, esos habitantes que, por suerte, viven en un país con un alto nivel de desarrollo y bienestar y un elevado índice de saludad y de protección sanitaria, con una baja morbilidad y una elevada esperanza de vida, con una escasísima mortalidad neonatal y formidables instalaciones de salud, escuelas de medicina con un alto nivel científico, un sólido y prestigiado sistema de investigación en salud y mucho más, pregunto por qué los taiwaneses se les ve privados del derecho a que la OMS vele por la su salud? Insólito.
Personalmente creo que el asunto de la salud no puede estar ligado a ninguna intransigencia política. Esos asuntos políticos meramente se debaten en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad. Pero velar la salud es una obligación irrenunciable de la OMS para todos los habitantes del planeta tierra, sean estos habitantes de un país constituido como miembro pleno de la ONU o con conflictos que le impiden esa membresía
¿Necesitan los taiwaneses del apoyo de la OMS? Sí y no. No por su sistema sólido de salud y si porque al estar inmerso en el mundo de las comunicaciones, las migraciones y el comercio sus habitantes están expuestos a padecer los problemas de salud que se generan en muchas partes del mundo y que ahora, con la facilidad d la movilización, estos problemas pueden trasladarse de un país a otro. Por otra parte, es indispensable que la actividad sanitaria de Taiwán se norme mediante las reglas que la OMS ha establecido a nivel mundial para la conservación de la salud y el combate a la enfermedad.
Sin embargo, hay otro elemento que favorecería al mundo si Taiwán estuviese incorporada a la OMS, aunque fuese como observador, pues este país posee recursos incalculables que serían muy bien venidos por la humanidad para paliar la desgracia que abate a muchos pueblos del mundo. A Honduras, es mucho lo que han aportado en esta materia: comenzando por el impulso al cultivo de verduras exóticas y al cultivad la tilapia que ha mejorado la economía de muchas familias campesinas y les ha elevado su disponibilidad financiera para atender sus problemas de salud y mejorar su nivel educativo. Si eso fuera poco ha contribuido a la formación de médicos al otorgar becas para estudiar en Taiwán y ha hecho donaciones importantes a nuestros destartalados hospitales, eternamente despojados de toda posibilidad de atender adecuadamente a los hondureños que ahí acuden en busca de solucionar su problema de enfermedad.
¿Qué hacer, a mi entender? Pues volver a discutir este asunto sin apasionamientos para no seguir permitiendo que un pueblo entero se vea desatendido por la OMS, pues de no ser así la OMS no debería llamarse Mundial.