Por qué no funciona la democracia?

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Jorge Luis Oviedo

  La respuesta es simple: NO EXISTE.

Los humanos tenemos la igualdad inherente a nuestra  especie. Aspectos básicos de nuestro código genético que nos diferencian de otras especies cercanas.

Entonces resulta que somos iguales en las generalidades; pero distintos por esas ligeras variantes individuales que nos distinguen, incluso, en el ámbito familiar.

De ahí que, con frecuencia, se escuche decir que las personas no somos iguales. Ciertamente, cuando se compara el rendimiento escolar, la fisonomía, las habilidades deportivas (motrices en general), el carácter, la codicia, la generosidad, la avaricia,  la prodigalidad, la fraternidad, la tolerancia, la empatía, la arrogancia, etc. el resultado es que habrá, en cada uno, habilidades y conductas que nos dan identidad.

Por otra parte, somos muy similares a los mamíferos y a muchas otras  especies que han tenido éxito por su conducta gregaria. Resulta, entonces que, por encima de la individualidad y del mayor afán o deseo de libertad que pueda cada uno profesar y exigir, necesariamente solo podemos trascender en el marco de la colectividad local, regional o  universal.

En ese ámbito conviene rescatar la proclama o el grito, quizás, tantas veces expresado a todo pulmón, de LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD en los años entusiastas y sangrientos (porque “los dioses tenían sed”) de la Revolución Francesa.

La Democracia es, por tanto, IGUALDAD POLÍTICA. Sin esa igualdad carece de sentido la ciudadanía.

      Las Repúblicas Modernas son una expresión de Gobiernos representativos del orden establecido por Europa en muchos sitios del mundo, particularmente, en América.  Y ese orden es EL CAPITALISMO o el eufemismo: SOCIEDAD DE Mercado.

Por esa razón, en las Constituciones que dieron origen a esas Repúblicas,  el término democracia no se menciona o se menciona muy poco.

Se trataba de «eliminar» la forma monárquica para sustituirla por otra menos visible y más mutable en los rostros de Presidentes, Senadores, Diputado, Magistrados de Supremas Cortes que, en teoría, representan a toda la ciudadanía; pero en la cotidiana realidad a la Oligarquía, al Gobierno Permanente, a los Amos del Sistema, a los dueños del Circo, a los Imponen el Orden Establecido.      

Con esta maniobra típica de muchos abogados, nacieron, pues, las Repúblicas Modernas.

Las Monarquías (no parlamentarias) y los países con Gobiernos de partido único, como China o Cuba, por ejemplo, forman a sus dirigentes y, por otra parte, constituyen el Poder Real, no esa representación consecuente con los oligarcas.

En el caso de las Monarquías absolutas  el Gobierno era visible en la figura de la Reina o el Rey y su círculo de cercanos servidores y nobles.

De allí que en las Repúblicas, los escogidos (en cada proceso electoral) se apropian  de la Soberanía y se vuelven sirvientes mayores de las Oligarquías (mayordomía).

La República Moderna es una de las tantas y solapadas IMPOSICIONES de las Oligarquías a las mayorías inocentes, confiadas e Ignorantes de las trastiendas y laberintos del poder real o permanente.

Millones de personas (ciudadanos o iguales políticos) son despojados, desde entonces, de manera sutil ( a través del voto para elegir representantes) de lo más importante que cada persona posee: su capacidad para decidir por sí o con los demás para beneficio colectivo y particular.

Los argumentos para que no se discutan abiertamente los temas que más favorecen a los OLIGARCAS y a su séquito de Sicarios intelectuales son similares a los que sostienen que se puede demostrar científicamente la existencia de Dios.

Por su parte, el capitalismo (con su promoción de la codicia, la libertad comercial y  tolerancia a la usura) es anómalo para la especie. Es, para decirlo de algún modo, el cáncer de la sociedad.

El capitalismo o la sociedad de mercado que impulsó Europa por inercia y, USA, con planificación y ventaja, es consecuencia de las muchas prácticas de dominación que resultaron del surgimiento de la agricultura hace muchísimas generaciones, cuando ni siquiera la escritura había sido inventada.

El capitalismo está en el ADN de algunos individuos de la especie; proviene del instinto de supervivencia; pero la conducta egoísta solo es temporalmente buena o conveniente. El propio capitalismo se ha encargado de demostrarlo: Unos pocos individuos se vuelven exitosos; para ello, irremediablemente, deben perjudicar a muchísimos.

Entre los Homo sapiens un grupito, 0.0001%, o tal vez menos, actúa como Homopredator y se aprovecha de todos los demás. Mientras en una colmena, en un termitero o en un hormiguero, las respectivas reinas se dedican a producir huevos por mucho tiempo (comparado con el de las obreras) y sacrifican su existencia para ese propósito; con los Homo sapiens predator ese 0.0001% se aprovecha del excedente y, en ocasiones, despoja, de mucho más que el excedente, a los que participan en la producción. Los que más contribuyen con su esfuerzo  físico son condenados a dedicar sus mejores años al trabajo duro y rutinario o, simplemente se los excluye de cualquier participación laboral al condenarlos al desempleo por defecto o descarte; en un sistema que, por su anomalía, privilegia y bendice la ganancia (despojo legalmente establecido) y no la equidad y  el equilibrio para la fortaleza de la colectividad.

Trescientos o, tal vez un poco más de quinientos años, si consideramos como punto de partida, el arribo violento de los europeos a otras partes del mundo, de capitalismo son un lapso muy pequeño en la existencia de nuestra especie; pero en este poco tiempo el daño que se la ha causado al planeta ha sido enorme; como enorme son los niveles de desigualdad económica, social, cultural, científica, etc. que pueden comprobarse en las colectividades agrupadas en Estados que son, solamente por sus declaraciones, Constitucionales, Independientes.

Es tan notoria la anomalía del capitalismo en la desigualdad que ha provocado en el reparto de lo producido por todos, que ni en la esclavitud ni en la servidumbre, a través de las muy variadas formas de ambas, hubo tanta desigualdad en la distribución del producto que se obtenía del trabajo de toda una colectividad nacional. .

El capitalismo volvió invisible la toma de las grandes decisiones y, por ende, la legalización artificiosa del saqueo y del despojo. Porque la ganancia y, en consecuencia, la acumulación continua (y sus diversas artimañas para extender el círculo explotador y saqueador) no son más que el derecho que se abrogaron (en contubernio) los grandes acumuladores (depredadores) y los políticos ebrios e incautos que se ha prestado para este juego perverso.

No existen naciones ricas en el sentido que lo deseó Smith.

      Existen unos cuantos ricos que son bastante menos del 1%. A su servicio están los políticos, la mayoría de voceros  y eficientes profesionales en la propaganda: economistas, periodistas, abogados (que han sustituido el antiguo púlpito de los sacerdotes), entre otros,  de un sistema que destruye los ecosistemas y que excluye, empobrece y envilece a miles de millones de personas en el mundo.

De acuerdo con el  El Informe de Oxfam publicado en 2018, el 82% de la riqueza mundial generada durante el 2017 fue a parar a manos del 1% más rico de la población mundial, mientras el 50% más pobre –3 700 millones de personas– no se benefició lo más mínimo de dicho crecimiento.

Estos mismos datos son citados también en el Informe de Desarrollo Humano 2019 (PNUD)

En El Informe Sobre Desigualdad Global 2018, se sostiene que “hay países ricos y gobiernos pobres”. Hay una contradicción, cuando se afirma que un país es rico, pero el gobierno es pobre. Y es lógico deducir que con gobiernos pobres tenemos también millones de pobres en esos países; y un porcentaje elevado vive bajo la línea de la pobreza

En general, las tres últimas décadas, marcadas por políticas neoliberales y favorables al saqueo (privatizaciones), al despojo (desregulación e incentivos fiscales para inversión de capitales (forma sutil del colonialismo de la posmodernidad) y las devaluaciones monetarias (reducción de poder adquisitivo de los asalariados locales, otra forma de servidumbre moderna) para lograr hacer “competitivos” a los empresarios locales (constructores de edificaciones para maquilas) para que haya exportaciones: promovidas como la fuente de la eterna juventud del desarrollo periférico.

Todas estas prácticas, curiosamente surgieron después de la desintegración del Bloque Soviético.

He creído necesarias las consideraciones anteriores para enfatizar el sentido del término DEMOCRACIA, es decir, sinónimo de igualdad, de fraternidad y de equidad.

Igualdad  en la política; fraternidad en lo social, lo cultural, lo científico; y equidad en la distribución de lo que se produce con el esfuerzo de la mayoría o de casi todos.

Con la democracia, ajustada lo más posible a la igualdad política, esto es, a que no se despoje a ninguno de los individuos (en condición de ciudadano) de su derecho a decidir junto a los demás. En su derecho a que no se le arrebaten (por vía de la representación) sus deseos y sus decisiones.

Igualad de acceso a la información (por amplia difusión) para estar plenamente enterado de todo aquello que es de interés colectivo y que, en cualquier momento, repercute en los gremios, las familias y los individuos.

Ampliando un poco diremos que la igualdad política (la democracia) precisa, para el bienestar de las sociedades, como derechos inherentes o como  igualdades: acceso similar a los alimentos, al agua potable, al refugio digno, a  los servicios de salud, de educación, locomoción, etc.  Siempre lo más similar posible, esto es, que no haya una desproporción entre unos pocos y la gran mayoría, como actualmente ocurre con el capitalismo.

Los datos sobre la creciente desigualdad de ingresos (poder adquisitivo en el ámbito de la economía de mercado o capitalista) entre las élites plutocráticas y las grandes mayorías de asalariados y desempleados y que, no obstante, solo son iguales en documentos declarativos; pero jamás en la práctica cotidiana, precisamente, porque no existe la democracia, son francamente, grotescos.

       Conquistas, saqueos, esclavitud, servidumbre, revolución industrial, sociedad de mercado, revolución francesa, repúblicas modernas –a imagen y semejanza de la imposición europea– compañías mineras, fruteras, maquilas, inversión extranjera; todo un poco más de lo mismo, pero con menos violencia explícita externa y mucha sutileza y violencia explícita interna.

Los grupos humanos predominantes durante milenios eran, en este aspecto, homogéneos, hasta que se inventó la agricultura y, con ella, el Estado, la división social del trabajo (la natural que siempre ha existido y existirá, aunque nos puedan auxiliar las máquinas que inventamos en algunas de ellas), la propiedad privada, la familia, la herencia de bienes (riqueza); finalmente, la escritura y, consecuentemente, la historia. En síntesis, el  Poder Elitista y Autoritario.

En el caso de la historia, la versión de las élites se impone o predomina en cada cultura dominante. Y es bueno recordar que con la invención de la propiedad privada, normalmente, los vencidos culminaban convertidos en esclavos; ya porque un grupo se expandiera y conquistara, ya porque rechazara victoriosa la intención conquistadora o saqueadora de  los otros.

Este parteaguas de la existencia humana, de la reducción paulatina de grupos homogéneos ( aún quedan algunos en esas condiciones, se calculas unos 100 millones, es decir, un poco más del 1%. Sin embargo, hace quinientos años, posiblemente los cazadores recolectores y las sociedades agrarias no mercantilistas debieron ser porcentualmente de un 75% o quizás 80%. En ese ámbito había menos desigualdad en el reparto y, seguramente, más democracia (igualdad en los pactos internos de un grupo y en los externos, cuando se negociaba acuerdos o alianzas con tribus colindantes.

Por otra parte, la mayor parte de la etnias que poblaban el Norte de América, todavía en el siglo XIX, gozaban de una convivencia muchísimo más democrática que la que surgió en Europa y que la que se consolidó en USA, una vez que los colonos se independizaron del Reino Unido.

De modo que esos pueblos nativos sí experimentaban –cada uno– cotidianamente una convivencia más homogénea y, de paso, mucho más armónica con el medio ambiente. Esa «democracia» era mejor que aquella experiencia griega que permitía ser demócratas y esclavistas al mismo tiempo a un porcentaje de la población adulta de varones.

Ahora bien, el invento griego:  usar el voto para decidir los asuntos más importantes de una sociedad es, genuinamente, justo y natural para una especie como la nuestra. Porque reconoce el derecho de los ciudadanos a ser iguales en las decisiones colectivas (igualdad política, muy diferente a la igualdad ante la Ley) y a no descuidar la responsabilidad para que exista buen gobierno, buenos y convenientes ciudadanos.

Sin embargo, la cultura dominante europea que fue trasladada  e impuesta al resto del mundo, lo sabemos muy bien, no era en lo más mínimo, democrática, sino que decididamente autoritaria, concentrada en manos de pocas personas: Reyes, príncipes y el resto de la nobleza.

Por eso cuando surgen los Estados  Modernos, no encontramos en sus textos constitucionales, ningún énfasis en generar participación colectiva, sino en forjar y convertir la REPRESENTACIÓN en tradición, como, en efecto, se hizo.

Ha de reconocerse que se cuidaron mucho de hacer mención de la democracia. Lo normal es que en los capítulos y artículos referidos a la Forma de Gobierno, se enfatiza que serán representativos y  que la soberanía, antes en manos de los monarcas (aunque en la práctica fuese negociada siempre con los  demás nobles, especialmente aquellos que, en sus respectivas regiones, gozaban de respeto), pasó al  Congreso y al Senado; y solo como ilusión reside en la totalidad de ciudadanos: en el pueblo.

¿Cuál soberanía popular? ¿Cuál vos del pueblo se expresa después de un proceso en que se cambian Diputados, Senadores o Presidente?

Es como si por cambiarnos la vestimenta nos convirtiéramos en personas experimentadas en esto o aquello otro.

Como es bien sabido, los procesos electorales del siglo XVIII en el USA, que aún conserva la Elección de Segundo Grado (votos electorales en este caso), la de las Repúblicas Federales o Unitarias de América Latina (algunos países inicialmente se declararon imperios: México, Haití, Brasil), se escogió por más de un siglo –a los Jefes del Ejecutivo y a los Magistrados de las Supremas Cortes– en en Soberano Congreso Federal o Nacional.

El origen de los Senados es una copia de la Cámara de los Lores del Reino Unido, para evitar que, desde los Congresos, con más representación de origen popular, se desmontara el Estado Republicano (esclavista) como el que prevaleció en USA, hasta que la industrialización y el Comercio, volvieron inapropiada y costosa la esclavitud.

La trampa esencial de las Repúblicas y de las Monarquías surgidas (de lo que en Europa se denominó modernidad) es que el poder real; el poder a través del cual se decide el destino de todos y el beneficio de pocos, se oscureció, se volvió, por muchísimo tiempo, invisible. Por ello la proclama surgida durante la Revolución Francesa (¡Tan citada!) se esfumó.

Curiosamente USA es el paladín de la Libertad (porque no le regaron las otras dos estatuas) , porque en ese ideal está la trampa; en cambio guarda silencio con la igualdad y la fraternidad, porque eso no permite sacar ventaja ni asumir el papel de amo y gendarme del mundo.

Para que se entienda mejor reforzaré lo dicho con una cita (un poco extensa, pero necesaria), que corresponde al Capítulo 8 del Libro Primero de La Riqueza de las Naciones de Smith:

“Se ha dicho que las asociaciones de patronos son inusuales y las de los obreros usuales. Pero el que imagine que por ello los patronos no se unen, no sabe nada de nada. Los patronos están siempre y en todo lugar en una especie de acuerdo, tácito pero constante y uniforme, para no elevar los salarios sobre la tasa que exista en cada momento. Violar este con de acuerdo, tácito pero constante y uniforme, para no elevar los salarios sobre la tasa que exista en cada momento. Violar este concierto es en todo lugar el acto más impopular, y expone al patrono que lo comete al reproche entre sus vecinos y sus pares. Es verdad que rara vez oímos hablar de este acuerdo, porque es el estado de cosas usual, y uno podría decir natural, del que nadie oye hablar jamás. Los patronos a veces entran en uniones particulares para hundir los salarios por debajo de esa tasa. Se urden siempre con el máximo silencio y secreto hasta el momento de su ejecución, y cuando los obreros, como a veces ocurre, se someten sin resistencia, pasan completamente desapercibidas. Sin embargo, tales asociaciones son frecuentemente enfrentadas por una combinación defensiva de los trabajadores; y a veces ellos también, sin ninguna provocación de esta suerte, se unen por su cuenta para elevar el precio del trabajo. Los argumentos que esgrimen son a veces el alto precio de los alimentos, y a veces el gran beneficio que sus patronos obtienen gracias a su esfuerzo. Pero sea que sus asociaciones resulten ofensivas o defensivas, siempre habla mucho sobre ellas. Para precipitar la solución del conflicto siempre organizan grandes alborotos, y a veces recurren a la violencia y los atropellos más reprobables. Se trata de personas desesperadas, que actúan con la locura y frenesí propios de desesperados, que enfrentan la alternativa de morir de hambre o de aterrorizar a sus patronos para que acepten de inmediato sus condiciones. En estas ocasiones los patronos son tan estruendosos como ellos, y nunca cesan de dar voces pidiendo el socorro del magistrado civil y el cumplimiento riguroso de las leyes que con tanta severidad han sido promulgadas contra los sindicatos de sirvientes, obreros y jornaleros. Los trabajadores, en consecuencia, rara vez derivan alguna ventaja de la violencia de esas tumultuosas asociaciones que, en parte por la intervención del magistrado civil, en parte por la mayor resistencia de los patronos, y en parte por la necesidad del grueso de los obreros de someterse simplemente para garantizar[…] sirvientes, obreros y jornaleros. Los trabajadores, en consecuencia, rara vez derivan alguna ventaja de la violencia de esas tumultuosas asociaciones que, en parte por la intervención del magistrado civil, en parte por la mayor resistencia de los patronos, y en parte por la necesidad del grueso de los obreros de someterse simplemente para garantizar su subsistencia presente, suelen terminar en nada salvo el castigo o la ruina de sus dirigentes.

Pero aunque en los conflictos con sus obreros los patronos llevan generalmente ventaja, existe una tasa determinada por debajo de la cual es imposible reducir durante mucho tiempo los salarios normales incluso de los tipos de trabajo más modestos.

Un hombre ha de vivir siempre de su trabajo, y su salario debe al menos ser capaz de mantenerlo. En la mayor parte de los casos debe ser capaz de más; si no le será imposible mantener a su ”“familia, y la raza de los trabajadores se extinguiría pasada una generación. El Sr. Cantillon supone por esta razón que en todas partes los trabajadores más modestos deben ganar al menos el doble de lo que necesitan para subsistir, para que puedan por parejas criar dos hijos; y supone que el trabajo de la mujer, que se encarga de criarlos, sólo alcanza para su propia subsistencia. Ahora bien, se estima que la mitad de los niños muere antes de llegar a la edad adulta. Según esto, los trabajadores más pobres deben intentar criar al menos a cuatro niños por matrimonio, para que al menos dos tengan la posibilidad de llegar a esa edad. Se supone, así, que el mantener a cuatro niños es lo mismo que mantener a un hombre. El mismo autor añade que el trabajo de un esclavo vale el doble de lo que cuesta su subsistencia; y él piensa que el del trabajador más modesto no puede valer menos que el de un esclavo. ”

Resulta claro, como ya se dijo antes, que tanto las repúblicas modernas como las monarquías parlamentarias que sustituyeron las colonias de Europa en América y luego en el resto del mundo sometido a España, Portugal, Gran Bretaña, Francia…  no modificaron la esencia del poder clasista; antes bien, fortalecieron sus mecanismos de control y los hicieron casi invisibles.

Inventaron uno de los actos de prestidigitación política que aún sigue vigente: el derecho a elegir y ser electo o, dicho de mejor forma, los procesos electorales “elegir representantes al «Soberano» Congreso o el Presidente de la República o Gobierno (cuando se trata de una monarquía parlamentaria).

Así el voto para elegir se volvió una estafa perfecta; si consideramos que a esto llaman democracia.

Europa se unificó a base de propaganda. De propaganda cristiana. Los romanos eran tolerantes con las creencias religiosas, y con muchos otros aspectos culturales de los pueblos que sometieron. Lo único que no toleraban era que se dejaran de pagar los tributos.

Sin embargo, la Europa cristianizada se volvió intolerante, incluso con el conocimiento, con la experimentación científica, con el librepensamiento, durante un milenio. Así, la etapa que los Europeos llaman Renacimiento, porque retoman la curiosidad, la libertad de pensar, de cuestionar, de hacer cambios sociales, de hacer ciencia (curiosamente después de las Cruzadas y del comercio con Oriente) habrán de conservar la propaganda como discurso justificador de sus actos.

Así que esa idea del Destino Manifiesto que proclamarán los colonos americanos, parece ser el mismo recurso y discurso con que los israelitas elevaron su autoestima al rebelarse ante los egipcios y sacudirse su condición de servidumbre.

Recuérdese que la Europa Medieval no es una época de grandes logros científicos; salvo uno que otro, guerrero; los escándalos en el papado y las grandes calamidades sufridas, unas por pestes, otras por invasiones, no es época gloriosa y de la que los europeos puedan sentirse orgullosos. Así que la propaganda será su medio predilecto de levartar o elevar la autoestima.

El Protestantismo surgió como discurso renovado para los nuevos tiempos, tiempos de conquistas violentas y comercio; tiempos de Revolución Industrial y Política.

La Europa que alguna vez aspiró a la autosuficiencia y que se cansó de esperar el final de los tiempos, se tropezó con otros mundos «nuevos, vírgenes y repletos de recursos»; y así, en el nombre de Dios, saquearon y siguen saqueando; asolaron, cazaron y vendieron nativos, impusieron sus prácticas productivas y existenciales (su cultura) sin estudiar (por arrogancia Imperial), aunque describieran admirados, como lo hizo Bernal Díaz, con  Tenochtitlán, la ciudadela lacustre. O como hizo Sahagún con diversos aspectos de la cultura del. «México Antiguo».

En el caso particular del continente americano, los españoles impusieron el cristianismo con propaganda y violencia: Cristos negros, vírgenes morenas; templos católicos sobre antiguos sitios de peregrinación ritual de los nativos; y, por otro lado, adoctrinando a los niños, mientras los adultos estaban en servidumbre trabajando para los encomenderos.

Y con la Independencia de USA, hijo bastardo de Europa, este se encargó de continuar las prácticas de conquista y saqueo en Latinoamérica primero, y, en muchos otros lugares del mundo, después de la Segunda Guerra Mundial.

Y es, precisamente, después de esa guerra que el término democracia se incorpora con frecuencia a la propaganda en el mundo capitalista.

Empero, siempre con gran énfasis en la Libertad y con desprecio claro a la igualdad y a la fraternidad, por ser prácticas “socialistas o comunistas».

Así, pues, al capitalismo lo llaman  Democracia.

Reitero, entonces, democracia es igualdad politica; y esa igualdad (ciudadanía) carece de sentido cuando la Oligarquía a través de políticos traidores decide por todos.

Si deseamos rescatar y fortalecer la Democracia, queda un camino: Eliminar los procesos electorales (porque nadie tiene más atribuciones que las establecidas en la Ley) y usar el voto para decidir todos los asuntos RELEVANTES de INTERÉS COLECTIVO.

Así que, pueblos, ciudadanos del mundo, Exijamos la abolición de los IMPUESTOS FISCALES y de LOS PROCESOS ELECTORALES para escogencia de Cargos Públicos.

¿Acaso no hay suficientes profesionales en muy diversas áreas para hacer esa escogencia por SORTEO?

Este escrito forma parte del libro de ensayos: ¿QUÉ ES LA CONTRIBUCIÓN REFLEJA O DE ESPEJO? Una propuesta para eliminar los impuestos y fortalecer los bienes y servicios públicos.

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