Opinión de Rodolfo Pastor Fasquelle
Menos cobertura ha tenido el viaje de Putin a la región. Rex Tillerson salió antier a una gira para apaciguar a una decena de los presidentes latinoamericanos, previo a la inminente Cumbre Continental en Perú. Antes, en un auditorio de una universidad prestigiada en Austin, Tejas le preguntó ¿por qué EUA quería democracia en Venezuela, pero no en Honduras? El Canciller defendió la posición oficial. En Honduras, dadas las circunstancias del país, las elecciones fueron justas y la OEA se desdijo de sus objeciones. (No es cierto le replica Almagro).
Lo que si es cierto es que por encima de las idolologías y de las percepciones personales, los intereses materiales, el control geoestratégico y la dependencia determinaran, la evolución de la política exterior de los EUA. Ya en México, R.T. no habló de democracia ni petróleo, aunque si de un concepto novel, de seguridad energética regional, y declaró No puedo enfatizar lo suficiente la importancia de nuestra economía y mi determinación para preservar el tratado de libre comercio, refiriéndose al que Trump ha señalado de ser el peor tratado de todos los tiempos, el TLCAN. Y se queja de que los latinos ¿están haciendo demasiado comercio con China y de armas con Rusia?
Dicen que es lo mismo, y no es. La sobre simplificación es anti intelectual. Los imperialismos no han sido todos iguales. Ha habido muchas clases y habrá otras. Ha evolucionado y hoy involuciona la hegemonía estadounidense en la región. El belicismo de Trump es distinto. Da un paso hacia atrás por desgracia, a la intervención militar directa de principios del siglo XX. Es vital entenderlo en este justo momento de peligro a la vista. Como también que los nombres de los gobernantes con que tratamos de hilvanar el relato son referencias, porque los procesos históricos son lentos y profundos. Desde tiempos de G. Bush Jr. se construyen nuevas bases militares estadounidenses en America Latina. Y la Paz americana esta puntuada por guerras sin fin.
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La guerra de 1898 contra España fue la fundadora del primer imperialismo gringo. La diplomacia de las cañoneras se llamó la de Teddy Roosevelt, primer presidente estadounidense que, luego de 1901 independizó a quien quiso, quitó presidentes, redefinió fronteras, seccionó territorios, desplazando a sus barcos de guerra por el Caribe. Todo en nombre del Progreso que traerían el capital y el ingenio estadounidense. De 1914 en adelante la política exterior de W. Wilson intervino –a veces con acciones armadas– para combatir a dictadores y promover la democracia. Al inicio de la Primera Guerra Mundial, se comenzó a procurar, con torpeza, una buena vecindad. Harding y Coolidge se comprometieron a sacar las manos de la región, sin renunciar a proteger el Canal.
A LAS VIEJAS PARANOIAS ANTE EL PELIGRO EXTRA CONTINENTAL, EL COMUNISMO Y EL NARCO, TRUMP AGREGA HOY OTRAS NUEVAS CONTRA LA MIGRACIÓN COMO AMENAZA.
D. Roosevelt en cambio apañó a dictaduras cuando soplaban los primeros vientos fuertes de la Segunda Guerra Mundial, luego de 1937. Aunque guardó las apariencias, y al finalizar la Segunda Guerra promovió una vez más la democratización, a mediados de los 40s. Ese impulso sucumbió en la Guerra Fría que comenzó diez años después con el golpe contra Arbenz en 1954. Cuando se desarrolló la tesis de que -de una manera jamás precisada- la seguridad interior de EUA pasaba por el control omnímodo de America Latina donde había que prevenir el comunismo, aunque fuera a costa de la democracia, concepto que se degradó y devino retórico y utilitario. Luego de la Revolución Cubana, el feroz anticomunismotrajo el apoyo sistémico a las dictaduras militares, desde 1963 pasando por los golpes de los 70s, hasta las guerras secretas y sucias que incendiaron a Centroaméricaen aras de la libertad y democracia de los 80s, las que caducaron hacia 1987. Cuando nació la novel rara guerra contra el narco.
La política de W Clinton fue más respetuosa, gozaba del bono de paz. Y subsistió con alguna mala conciencia dentro de la política de Bush jr. que reemprendió el armamentismo. Y de Obama, quien no quiso comprometerse y se tragó el anzuelo envenenado de que los problemas eran el socialismo del siglo XXI y el narcotráfico. (Los líderes socialistas son antiimperialistas sí, lo hemos sido casi todos los latinoamericanos bien nacidos, desde hace un siglo. Pero no eran antiamericanos ni un peligro para EUA.) Y el narcotráfico lo pudieron haber eliminado -como industria criminal- legalizándolo desde hace un cuarto de siglo. Pero les sirve. Nadie va a creer que en Venezuela hay armas de destrucción masiva, pero se dirá que de ahí se exporta la coca y se expulsa a la gente a la que ahora hay que detener prioritariamente.