PIJIJIAPAN, MEXICO. – La plaza principal de esta población ubicada al norte del estado de Chiapas se convirtió este jueves en un gigantesco campamento al aire un libre. Un amasijo de ropa sucia y limpia mezclada en improvisados tendederos que hacen de cortinas a hombres, mujeres y niños que buscaban descansar sobre el piso de cemento.
Algunos intentaban dormir a pesar del bochorno de 40 grados de temperaturas húmedas, otros escuchaban música o comían pan. Una niña lloraba desesperada, un muchacho se rasuraba frente a un pequeño espejo y varios grupos más entusiastas corrieron al río animados por policías municipales que subían y bajaban para refrescar a los centroamericanos.
“Les espera un camino largo y complicado, es lo mínimo que podemos hacer”, dijo Nicolás Cruz, un policía municipal que sudaba la gota gorda de un lado para otro.´
La Caravana Migrante buscará este viernes alternativas para sortear a una de las regiones más violentas en su ruta hacia Estados Unidos que comprende diversos municipios de los estados de Oaxaca y Veracruz, dónde miles de centroamericanos han sido blanco de secuestros, robos y violencia sexual.
En un primer plan, el éxodo tenía contemplado seguir el camino de la bestia, que implicaría cruzar Veracruz, pero a última hora, Irineo Mújica, de la organización Pueblos sin Fronteras, convenció a los migrantes de irse por la Sierra desde Arriaga y de ahí hasta Oaxaca, Puebla y la CDMX.
“Por ahí estaremos más seguros”, dijo en un mitin la noche del jueves.
Levin Franco, oriundo de Olancho, apludió. La experiencia de agresiones contra su familia le han dejado claros los riesgos. Hace cinco años, violaron a su prima en La Arrocera, unos kilómetros atrás y en estos días un hombre desconocido quería robarse el niño de una de sus paisanas, dice.
“La unión hace la fuerza y primero Dios llegaremos bien”, afirma después de pasarse el día pidiendo dinero en la calle.
Aún faltan 1,800 kilómetros de camino y los ojos del mundo están sobre los centroamericanos que se sienten más seguros en grupo: suman 3600 según cifras oficiales de Mexico y 7,000, en cálculos de la Organización de las Naciones Unidas.
Previo a su arribo a Pijijiapan, un grupo de 134 indocumentados se rezagó y, en un descuido, los detuvo el Instituto Nacional de Migración, reportó la organización Pueblos sin Frontera. Fuentes del INM negó esta información en comunicación con este diario, pero, de todos modos, la recomendación de los activistas a los migrantes es “no separarse del grupo”.
“No tengo miedo de lo que venga adelante”, dice Mikel, un repatriado que se las sabe de todas, todas, según cuenta. “Estamos muy agradecidos con México, de todo corazón, pero nuestro objetivo es Estados Unidos y de ahí no nos vamos a mover”.
A pesar de las presiones del presidente estadounidense Donald Trump, el gobierno mexicano ha dicho que garantizará el respeto de los derechos humanos y que no confrontará a la caravana.