Jorge Luis Oviedo
Lo que ha ocurrido hasta hoy, en lo que va de la pandemia en este 2020, todo indica que los países con Gobiernos de Partido Único son los que mejor han enfrentado la propagación del SARS-Cov-2; han reorientado la producción, especialmente, en lo referente a insumos, equipos médicos, entre otras cosas; y, de paso (aunque no de pasada) brindar cooperación a terceros países como parte de una genuina práctica de solidaridad, allí, donde el poder reside en un Partido Comunista.
Cuba, por ejemplo, ha vuelto a decir presente con sus Brigadas Médicas: Italia, y el Principado de Andorrra, fueron receptores, en Europa, de este gesto de solidaridad comunista. Jamaica, Barbados, Venezuela, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Belice, Granada, Dominicana, Haití, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Surinam se cuentan entre los países del Caribe y Latinoamérica que han vuelto a ser receptores de esta tradición de fraterna l cubana.
Por su parte China, sin haber concluido el control del brote que se originó en Wuhan; comenzó a enviar ayuda a varios países: mascarillas, test, respiradores, equipos de especialistas, incrementó el apoyo monetario a la OMS; además, Xi Jinping, aseguró en mayo que «la vacuna china contra el SARS-Cov-2 será un bien público mundial; igualmente anunció que China proporcionará US$ 2.000 millones durante dos años a los países en desarrollo. En lo que va del 2020, un de 120 países en el mundo han recibido cooperación de la República Popular China.
Una vez más ha quedado demostrado que privilegiar el lucro individual no es garantía de fortaleza colectiva.
Sin una vida satisfactoria para la mayoría, dignificada por el empleo y no por rentas básicas, es imposible forjar y sostener la justicia social; eliminar las desproporcionases desigualdades, la pobreza, el desempleo, el desplazamiento de la población rural y el fomento a la migración forzada que, exponencialmente, experimenta el mundo en las dos última décadas.
El Partido Comunista Chino (también Vietnam va por esa ruta; Cuba apenas inicia su Reforma) ha demostrado que con un Partido Único se planifica mejor el destino de los pueblos; pues no se permita que desde las Sociedades Anónimas, unos pocos oligarcas se conviertan el el Poder detrás del rostro visible de los Gobiernos de turno como sucede en los países alineados con USA.
Los Partidos Únicos, como el PCCh, pueden combatir la pobreza y alcanzar niveles de automatización mayores que con el modelo que nació en Europa y alcanzó su máxima expansión con EE UU. Este último, por cierto, hoy es víctima de sus excesos financieros especulativos; de lo contrario no estaría en una guerra comercial con China.
¿No le convendría más Occidente optar también por los planes quinquenales teniendo como divisa el bienestar de todos y no el lucro obsesivo de uno pocos?
¿No le Convendría a las democracias de Libre Mercado dejar de ser administradores y cortesanos del poder oculto bajo la niebla de la banca privada, los fondos de inversión y las sociedades anónimas y, retomar, los políticos, el papel que, muchas veces, desempeñaron mejor las monarquías absolutas?