Jorge Luis Oviedo
Se benefician por dos razones poderosas. La más conocida, y que se originó hace milenios, es el interés sobre el dinero.
Por cierto, Aristóteles, muy acertadamente, dice: «el interés sobre el dinero no es natural».
La otra razón es más perversa y sutil; no la imaginó Aristóteles y no existía en el Reino Unido en el siglo XVIII ni en el siglo XIX, de modo que no pudieron abordar este mecanismo perverso ni Adam Smith, que se decantó por aquello que denominó: un sistema comercial, en vez del otro al que llama: agrícola. Tal vez hubiese sido mejor que lo llamase de Subsistencia.
Pero no es el tema central de este escrito; así que señalaremos también que tampoco David Ricardo ni Marx pudieron dedicarle su tiempo a una realidad que no existía como una práctica cotidiana.
Antes de la existencia de la imprenta o, en general, de cualquier mecanismo de reproducción en serie de muchas copias de una escrito, el pensamiento contenido en los códices, papiros, pergaminos… era exclusivo de las élites gobernantes y de sus asesores, ya religiosos, militares y astronómicos, entre otros.
Para la gran mayoría esa tradición escrita no era accesible. Hoy y, desde hace buen tiempo, hay que procurar tener primero el acceso a cierto tipo de información: científica, geopolítica, militar, económica, etc. Se la llama información privilegiada.
¿Por qué señalamos esto?
Porque la teoría objetiva del valor de Carlos Marx está ligada al Manifiesto Comunista. En el Manifiesto se postula la necesidad de que la dictadura burguesa o capitalista sea sustituida por la dictadura del proletariado para que la relaciones de producción no sean tan desiguales, sino que, por el contrario, deriven en equidad. Marx, postula, como es sabido por muchos, el inevitable final del capitalismo y el surgimiento del Socialismo primero y del Comunismo, después.
En el Capital Marx desarrolla la teoría objetiva del valor; pero no se detiene en los aspectos señalados por Smith y Ricardo: enfocadas a la relación valor-precio, los costos de producción y la escasez.
A Marx, sabemos, le interesaba demostrar de dónde, es que los empresarios y los comerciantes obtienen la ganancia. Y por qué la acumulación originaria de capital favorece una mayor acumulación de capital, incrementando así la desigualdad de ingresos entre unos pocos y la gran mayoría.
Y lo demostró. Pero al demostrarlo no solo le facilitó esa información a los proletarios, quedó también a disposición de los empresarios en general y, sobre todo, de los banqueros y los filósofos de las mercancías.
Smith incluyó a los filósofos, artistas, gobernantes y otros trabajadores no manuales, entre los que nos encontramos los docentes, los escritores, los artistas, los científicos como personas dedicadas al trabajo improductivo. (Cap. 3 del libro II).
Los economistas están en ese grupo de los Improductivos; los pastores, los sacerdotes, los militares… según la descripción que él hace. Allí debemos incluir también a los banqueros.
Pero de esos trabajadores improductivos (intelectuales orgánicos dirá desde la cárcel Gramsci, en reconocimiento a las cualidades del enemigo de la clase trabajadora). Son los intelectuales dedicados a fortalecer el sistema de «libre mercado» (una idea que calza muy bien con muchos filósofos de la libertad que eran, incluso, dueños de esclavos y otros, que no siéndolo, la consentían casi como natural) y a defenderlo, a crearle todas las nebulosas necesarias para que los asalariados no entiendan para nada el origen de sus desgracias.
Existe, pues, una intelectualidad orgánica de tipo financiero que manualmente no produce nada que tenga valor de cambio; sin embargo, producen ilusiones, mecanismos de estafa continua para despojar de forma permanente a la clase trabajadora.
Así fue como surgió la Banca de Reserva Fraccionaria y, con ella, el mecanismo para crear o emitir dinero.
Este es el privilegio que los banqueros crearon para sí; pero con la complicidad de las élites políticas corruptas de EEUU.
Si bien hay antecedentes de su uso mucho antes, es con la creación, por parte del Congreso de EE UU, de la Reserva Federal (Fed) que este mecanismo se consolida.
Los alquimistas batallaron décadas, siglos, tratando de encontrar un método que produjera oro, dado que este metal junto a la plata, pasaron a convertirse en los preferidos para intercambiar objetos en cualquier momento.
Sin embargo, fueron unos «buenos para nada»; perezosos para el trabajo manual: barrer las calles, recoger la basura, cargar bultos en los puertos, mojarse el culo pescando, etc., los que pusieron a trabajar el taller de satanás.
No descubrieron ninguna nueva ley de la física; porque no estaban interesados en eso, pero crearon un mecanismo de estafa continua que lleva ya más de un siglo dando función.
¿Cuándo comenzó, realmente, esa desgracia para 99% de la población y «bendición» para el 1%; aunque muy especialmente, para el 0.000 001%, que es es el pequeño grupo de los mil millonarios ?
Comenzó en la segunda década del siglo XX, en EE UU (1913), luego en el Reino Unido en 1931 y, después de la Segunda Guerra Mundial se impuso a la mayoría de países dominados por EEUU y algunos países de Europa.
En 1971, con el abandono definitivo de EE UU del «patrón oro» , alcanzó la cúspide.
Así es como, sin mojarse el culo, sin empolvarse, sin enlodarse, sin reventarse la espalda ni sufrir insolación, etc. los banqueros y un pequeño grupo se han hecho muy ricos y la gran mayoría solo ve cómo el tiempo se les va en trabajar duro ¿para qué? Para vivir peor que en aquella otra Sociedad que Smith denominó «Agrícola»; porque en la actualidad el poder económico de unos pocos multimillonarios es 4 veces el de todos los países. Por eso financian con gran facilidad los CÁNDIDOS CANDIDATOS DE SU INTERÉS para seguir gobernando el mundo a la sombra de las SOCIEDADES ANÓNIMAS.
¿Existe antídoto? Sí, La Contribución Refleja; una alternativa para que la Sociedad, en tanto colectivo, se fortalezca; de ese modo habrá pleno empleo, no se necesitará cobrar los impuestos tradicionales, no desaparecen los empresarios; pero se le quita el privilegio de crear el dinero a los banqueros. El dinero se crea como reflejo del trabajo de toda la sociedad.
¿Qué hacer? Organizarse y exigir, exigir, sin arrugarse para que este mecanismo sea sometido a consulta; exigir a los candidatos a de partidos socialistas o progresistas, que estudien e impulsen esta propuesta.
Solo existen dos maneras de cambiar las reglas: la fuerza y unidad y la organización cívica de las mayorías; y dos, la fuerza de las armas con apoyo o consentimiento de la mayoría.
Jorge Luis Oviedo