Una cara roja, un corazón palpitante, la tendencia a evitar decir las palabras más adecuadas: estos síntomas serán dolorosamente familiares para cualquiera que alguna vez haya sentido enojo.
Séneca llegó a describir la ira como una “locura breve” que nos coloca en el camino de la autodestrucción, “muy parecido a una roca que cae y se rompe en pedazos sobre la misma cosa que aplasta”.
En opinión del filósofo romano, es nuestra “pasión más horrible y salvaje” y “fundamentalmente perversa”. Y argumentó que “ninguna plaga le ha costado más caro a la raza humana” que la ira.
Si es así, deberíamos estar preocupados
Nuestra impotencia frente a la pandemia mundial y las frustraciones de la cuarentena pueden estar llevando a muchos a sentirse más enojados de lo habitual.
Esto ha llevado, por ejemplo, a un aumento del 40% en las solicitudes de divorcio en Reino Unido. O en el menor de los casos, un conflicto con nuestros colegas o una discusión con un familiar puede llevarnos a acciones que luego lamentamos.
Pero no tiene por qué ser así.
Si bien el enojo manifiesto es claramente una fuerza destructiva, algunos experimentos recientes sugieren que la ira y las emociones relacionadas, como la frustración o la irritación, también pueden traer algunas ventajas, siempre que sepamos cómo canalizar la energía que surge de esos sentimientos.
De hecho, los expertos señalan que aprovechar nuestros sentimientos de enojo puede ser mucho más efectivo que simplemente reprimirlos
“La supresión simplemente te deja exhausto”, explica R. David Lebel, un científico organizacional en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.). “Entonces, para mí, se trata de dónde vamos a dirigir esa energía”.
Entonces, ¿cuáles son esos beneficios? ¿Y cómo podemos aprovecharlos?
Moviliza
Como primer ejemplo de los beneficios potenciales de la ira, comencemos con la forma física.
Tiene sentido que la emoción, que evolucionó para preparar el cuerpo ante una pelea, pueda dar como resultado una explosión de fuerza. Y ahora hay muchas pruebas de que esto puede dar ventaja en muchos deportes.
“La ira es un tipo de emoción movilizadora que se activa fisiológicamente”, explica Brett Ford, de la Universidad de Toronto (Canadá). “Y puedes usar esa activación para cumplir un objetivo físico”.
En un experimento publicado por primera vez en 2009, científicos del deporte en Reino Unido pidieron a los participantes que imaginaran una escena molesta.
Entonces fueron sometidos a una prueba de fuerza en las piernas, en la que se les pidió que patearan tan fuerte y rápido como pudieran durante cinco minutos, al tiempo que una máquina midió la fuerza de sus movimientos.