Cuando Theodore Roosevelt acuñó la expresión “bully pulpit” para expresar que la Casa Blanca era una formidable tribuna de acción política, no imaginó que muchos años después la retórica de campaña de un candidato a la presidencia de su mismo partido podría cambiar radicalmente el sentido de la expresión, haciendo que se tiña de los sentidos más recientes y negativos de la palabra “bullying”.