El fuego de la antorcha olímpica se ha extinguido en Río de Janeiro y la atención mundial ha abandonado Brasil. A la sombra de los juegos, se desarrollaba un suceso singular que los medios de comunicación estadounidenses ignoraron casi por completo: un golpe de estado contra la presidenta democráticamente electa de Brasil, Dilma Rousseff. Brasil ocupa el quinto lugar entre los países con mayor población del mundo y es una de las principales economías mundiales.