Imiten humildad.Con un «timbreo», el Papa dio una sorpresa en las afueras de Roma

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Una vez más, el papa Francisco salió ayer sorpresivamente del Vaticano para bendecir a familias que viven en departamentos populares de Ostia, una localidad balnearia de la periferia de Roma, que qued

Allí, tal como informó la Sala de Prensa de la Santa Sede, como si fuera un párroco, Francisco entró a diversas casas de un barrio popular para darles la bendición pascual, en el marco de la costumbre que inició con los «viernes de la misericordia» durante el Jubileo de la Misericordia del año pasado.

«Como señal de cercanía a las familias residentes en la periferia de Roma, el Papa decidió bendecir, casa por casa, sus viviendas, como hace el párroco cada año durante el período pascual», indicó el Vaticano.

Hace dos días, Plinio Poncina, párroco de Stella Maris, una de las seis parroquias de Ostia, había puesto un aviso sobre la puerta de un condominio de casas populares para avisar a las familias que iba a pasar a visitarlos para la tradicional bendición pascual, contó la Santa Sede. Por eso fue inmensa la sorpresa de los vecinos cuando quien tocó el timbre fue Francisco y no don Plinio.

El Papa, con mucha simpleza, conversó con las familias y bendijo una docena de departamentos del condominio de Piazza Francesco Conteduca 11, donde dejó rosarios de regalo.

«Bromeando, se disculpó por la molestia, asegurando que, sin embargo, había respetado el horario de silencio del condominio, después del almuerzo, como indicaba un cartel colocado en su entrada», señaló el Vaticano en una nota.

Si bien pertenece a la comuna de Roma, Ostia, localidad de unos 100.000 habitantes, es un núcleo urbano distinto, con los mismos problemas de las demás periferias de las grandes ciudades.

Esta visita se sumó a otras salidas sorpresivas de Francisco. En diciembre pasado había ido a comprarse personalmente un par de zapatos ortopédicos en una tienda de ortopedia -Fisioitop- de la Via del Gelsomino, cerca del Vaticano. Y en septiembre pasado había creado revuelo en el corazón del centro histórico de Roma al aparecer en una óptica de la Via del Babuino, cerca de Piazza del Popolo, para cambiar sus lentes. «No quiero un armazón nuevo, sólo rehacer las lentes, no quiero gastar. Pero hágame pagar lo debido», le dijo al dueño.

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